Tirar piedras contra nuestro propio tejado

Las últimas semanas han sido una montaña rusa: de la ilusión de ser líderes hemos pasado a una serie nefasta de cinco derrotas seguidas (seis si nos gana el Atlético en el Wanda). El sinsentido del «Darderismo» nos ha hecho mucho daño. Los jugadores y el entrenador eran unos cracks, unos fenómenos, la encarnación del buen fútbol. Los entendidos de este país deshaciéndose en elogios ante el fútbol exhibido por el Espanyol. Pocas jornadas después, son unos chapuceros, unos inútiles que no meten la pierna y no sienten los colores. El portero es un tragabolas, muchos de ellos son unos tuercebotas, alguno debería estar en la residencia de ancianos, otros en Tercera División … la lista de «piropos» es interminable.

Entiendo perfectamente el enfado de muchos pericos, pero no deberíamos ser tan radicales y tan negativos. Hemos puesto el listón demasiado alto y ahora nos cuesta asimilar la caída en picado.

No acabo de entender por qué a los jugadores y al entrenador se les está menospreciando permanentemente. Y encima se les acusa de malos pericos. Lo de buenos y malos pericos se nos ha ido de las manos. Roberto es mal perico porque mete la pata en Cádiz; Tello, del Betis, es buen perico porque no celebra el gol; Gerard Moreno, mal perico porque se va al Villareal… Nos parecemos a la Inquisición.

Algunos de nuestros jugadores tienen carencias pero, al fin y al cabo, son miembros de la plantilla de nuestro club. Son los de menos talento los que necesitan nuestro apoyo. Ensañarnos con ellos es tirar piedras contra nuestro propio tejado. Salen cohibidos, con los primeros pitos ya se vienen abajo y tienen la autoconfianza por los suelos. Nuestro menosprecio nos perjudica a nosotros mismos porque la presión dentro del club es cada vez mayor y la situación se agrava partido a partido. Una estrategia equivocada para salir del atolladero.

Seguro que os acordáis de la desastrosa actuación de Karius, el portero alemán del Liverpool, que él solito, con dos errores criminales, llevó a su equipo a la derrota en la final de la Champions. ¿Qué hace después del pitido final? Va donde los hinchas y les pide perdón. Y los hinchas le ovacionan. La inmensa mayoría de ellos tenía ganas de estrangularle, pero le aplauden.

 ¿Por qué? Porque es uno de ellos.

FIN

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