Conmigo no contéis más

El jueves hicimos mil kilómetros para ver el partido en el Sánchez Pizjuán. Volvimos a Salamanca a las tres de la mañana.

Os describo dos escenarios, a ver si adivináis cuál es el real y cuál es el ficticio:

Primer Escenario:

Otra derrota que nos acerca al descenso. Los hinchas, desesperados, con lágrimas en los ojos y pasa lo siguiente:

Enseguida toda la plantilla, incluso los suplentes (que estaban sentados en el banquillo justo al lado de nosotros) y todo el cuerpo técnico, con Luis García a la cabeza, se acercan a nuestra zona para darnos las gracias por habernos desplazado y haberles animado durante los noventa minutos. Nos aplauden, nos hacen la señal de que lo sienten mucho y nos piden que sigamos apoyándoles en este duro final de temporada. A algunos de los hinchas más jóvenes les regalan una camiseta.

Segundo Escenario:

Otra derrota que nos acerca al descenso. Los hinchas, desesperados, con lágrimas en los ojos y pasa lo siguiente:

La mayoría de los jugadores se meten directamente en el túnel de vestuarios. El cuerpo técnico también desaparece. Algunos jugadores se quedan en el campo de palique con los jugadores del Sevilla. Nadie nos saluda, es más, ni nos miran, nos ignoran por completo. Como si no estuviéramos. Los hinchas, muchos de nosotros casi sin voz, seguimos allí, incrédulos y con la esperanza de que alguien se digne a acercarse. Después de veinte minutos abandonamos nuestras localidades.

Seguro que habéis adivinado cuál de los dos escenarios es ficción y cuál es real.

Pero esto no es todo. Encima los jugadores tenéis la piel muy fina. Os atrevéis a encararos con la afición si os critica. Caso de Oscar Gil en Villareal y, como me contaron, Brian Oliván en Sevilla (“Gilipollas, bájate tú a jugar” como contestación a “Espabilad de una puta vez que estamos en Segunda«).

Parece que pensáis que pertenecéis a una raza superior y que nosotros somos la plebe, unos peleles, mero atrezo en un campo de fútbol.

Ya que sois tan superiores ¿Qué es lo que no entendéis de esta frase?

“No sólo se saluda cuando se gana sino también cuando se pierde”

¿Tan complicado es? Son pocos segundos de vuestro tiempo. ¿Os acordáis de la paliza que os dieron en Villareal y vosotros ignorando por completo a los tres mil pericos que se habían desplazado?

Para mí no merecéis formar parte de la familia perica. Todos estos hinchas que, a pesar de que les matáis a disgustos, os preparan unos recibimientos impresionantes fuera del estadio. Y los casi treinta mil que no pitan, aunque vuestro rendimiento sea lamentable. ¡Menudo chollo! A ver si encontráis otro club en el que pasa todo esto.

El cuerpo técnico, con el superperico Luis García a la cabeza, y la directiva también, tienen mucha culpa en esto, porque toleran este tipo de actitudes. El club nos quiere animar con videos motivadores y luego su plantilla nos trata como a unos apestados. Sólo el hecho de rodar videos para motivarnos ya me parece un insulto. Tengo algunas sugerencias para futuros rodajes: “Cómo fichar a un médico que no puede entrar al terreno de juego”; “El fracaso en el RCDE tiene recompensa” con Rufete de protagonista; luego Catoira de estrella en “Cómo diseñar una plantilla equilibrada”; “El Misterio Pedrosa”; “Callando a la afición fichando a alguien de la casa”; y para terminar Oscar Gil en “Emociones fuertes” (llora en Villareal, se encara con los aficionados y hace el saltimbanqui contra el Getafe como si hubiéramos ganado la Liga o la Copa).

Queridos jugadores: vuestra arrogancia, vuestro egoísmo y vuestra falta de empatía ya no los aguanto ni un segundo más. Sois unos perdedores con una forma física lamentable, cometéis errores indignos de futbolistas de Primera División, no sabéis lo que es la autocrítica, sois unos cracks pero solo en los entrenamientos, y unos “besadores de escudo empedernidos”.

Pero sobre todo sois un gran engaño. Todos los pericos del Sánchez Pizjuán lo hemos sufrido en nuestras propias carnes.

Y es lo que más nos duele. Mucho más que la derrota.

Ya sé que a vosotros os importa un pepino, pero conmigo no contéis más.

FIN

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